domingo, 21 de febrero de 2010

hospicio

a veces mirás con esa cadencia oportuna
y mi hospital entero se desarma

un hombre entra a un bosque
toma su carpeta
se empapa de hojarasca de colores
sucede el tedio

el suero gotea en mis adentros
la cara lavada de la tarde esquiva se enreda
mi cuerpo se va hinchando y no explota
tu alma mojándose y no

el campanario hubo de estar solo
y no me trepé a ninguna paloma de aquéllas

la burla del encierro inunda el vaso
deshumanizado el verso es un flujo quieto
quisiera ver tus ojitos de nena buena
preparándose para adornar la enfermedad

este es mi cuerpo vacío
entregado al hospicio y a la palabra boba
rugido brusco en plantaciones de almohadas
que me impiden despertar

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