viernes, 6 de febrero de 2009

yo digo

había un nombre que tenía una voz
y unas manos anaranjadas, nada más
manos y voz… podía cantar y hacer palmas, pero no caminar

y las leyes lo atacaban pero menos
y siempre tenía un cielo distante para decir dos más dos
sacar cuentas de cosas lindas como enjambres
de tapiales de suburbios

cuando salía a pasear era mentira, no tenía pies
cuando le hacía el amor a su mujer, ella le era infiel
cuando bebía el vino espeso le llovía todo encima

entonces lo visitaba una sonrisa, sin aire ni piernas
unas narices con una colección de granos
y un fulgor amarillento y listo

el café con leche chorreando en la ventana
diluyendo las antenas del mundo gran mundo grandote
y él solo un nombre, con voz y manos, pero un nombre
inflando el pecho de globos verdes
sonrojando las miradas de los que las tienen
va soñando en voz alta y en manos firmes
mientras los campos se duermen y las veredas se visten.